martes, 30 de junio de 2009

LAS ESCUELAS DE PRIMERAS LETRAS



Este texto nos hace una introducción a las distintas etapas que fueron tomando las primeras escuelas en la época colonial, teniendo como partida al humanismo clásico renacentista que evoco las primeras novedades a la Nueva España, imponiendo un estilo medieval y prerreformista, ejemplos de esto son el colegio de Tlatelolco, el de San Nicolás de Pátzcuaro y la Real Universidad con su notable evolución. Por otro lado, en los restantes dos siglos de la vida colonial, no exístio en la Nueva España un sistema organizado de instrucción, persitió el individualismo y el desorden.
El primer paso que dio origen a la instrucción, fue la evangelización de los aborígenes, poco tiempo después, cuando quedo descuidada la educación indígena, se solicitaron instituciones que asegurasen a los criollos el acceso a los estudios superiores, quedando bajo la responsabilidad compartida de los profesores universitarios, los particulares y los claustros de las órdenes regulares. Ahora bien lo que se conoce hoy como instrucción primaria, se conocía generalmente como primeras letras, y sus maestros los eran del nobilisimo arte de leer y escribir; era habitual que los cursos impartidos en las instituciones religiosas se orientasen hacia la enseñanza del latín, por otra parte también hubo profesores de gramática, lectura y escritura.
La Real Universidad ofrecía cursos de latín para niños de corta edad, a la vez que las facultades superiores como Cánones o Teología y las facultades menores que constituían la carrera de Artes. Uno de los primeros centros destinados a la enseñanza fue el colegio de San Pablo, asimismo en una comunidad de San Sebastián Atlacualco hubo una pequeña escuela, en la que se enseñaba a los niños indios del barrio. Nada se menciona en los documentos sobre la enseñanza del castellano, pero cabe suponer que la lectura y la escritura se impartiesen ya en la lengua de los conquistadores. Por otro lado dos conventos agustinos abrieron sendos colegios para jóvenes criollos: el de San José de Gracia, en Guadalajara y el de San Luis Potosí. Más tarde se creo otro colegio, este destinado a la formación de saserdotes llamado San Nicolás en la ciudad de Pátzcuaro.
En 1543 el monarca Carlos I dio por sentado que los estudios serían similares para unos y otros: “donde los hijos de los españoles,legítimos y mestizos, como algunos indios por ser lenguas y por que puedan mejorar aprovechar con ellos, deprendan gramática y, juntamente con ella, los indios hablen nuestra lengua castellana”. En este caso y por razones prácticas, la enseñanza de las primeras letras se combinaba con los estudios superiores propios del estado eclesiástico.
Las órdenes mendicales por su parte, establecieron escuelas en algunos de sus conventos, en ciudades pequeñas donde no había maestros particulares. Caso distinto fue Guadalajara y Puebla que tuvieron sendos colegios de infantes, para los acólitos empleados en el servicio de la catedral, cabe destacar que el de Guadalajara exigía la presentación de certificados de legitimidad y limpieza de sangre, siendo los sacristanes maestros de lectura, escritura y canto.
Con el fin de reforzar la disciplina, según el reglamento planeado por Palafox, se sometió a lo pequeños al régimen de internado, siendo la fundación de colegio de infantes de la catedral de México mucho más tarde, iniciando en el año de 1726 con el nombre de colegio de la Asunción, por su lado algunas parroquias de la capital sostuvieron temporalmente escuelas gratuitas, en las que la enseñanza del catecismo se complementaba con la lectura y escritura, siendo la escuela de los bethlemitas la que funciono con ese carácter por largo tiempo. Aparte de las oportunidades de instrucción bastante reducidas, quedaba al alcanse de bastantes familias la opción de llevar a sus hijos a las escuelas privadas, menos las comunidades indígenas, recibiendo así en las ciudades españolas a niños varones de 3 a 7 años y niñas entre los 3 y los 12.
Una vez establecidas las primeras familias españolas en la Nueva España surgió la necesidad de dar educación a sus vástagos, esta necesidad se fue cubriendo con los nuevos inmigrantes, entre los que llegaron clérigos seculares, bachilleres sin ocupación determinada y maetros de primeras letras, más o menos capacitados.Para quienes habían ejercido el magisterio en Castilla, eran bien conocidas las ordenanzas y privilegios que reglamentaban su trabajo, por estas razones para muchos fué fácil inprovisar una profesión, por estas causas tuvieron que intervenir los cabildos para evitar abusos y proteger a los alumnos, es así como en 1557 el ayuntamiento de México fue organismo encargado de cobrar las fianzas y expedir las oportunas licencias.
Pero la distuntiva aumentaba, ya que cada vez más acrecentaba el número de escuelas y menudeaban los conflictos por incumplimiento de contratos, en consecuencia, las ordenanzas establecieron que los aspirantes a maestros tendrian que pasar un examen ante el tribunal designado para tal fin por el Real Consejo de Castilla, además de acreditar el limpio linaje antes de obtener su licencia, además los ayuntamientod debían asignar veedores, que realizaran periódicamente visitas de inspección. Tiempo después decretaron la ordenanza donde los mulatos, mestizos e indios no debían tener derecho ni siquiera a presentar examen.
Existía por otra parte las llamadas migas o amigas, que se les designaba indistintamente a las señoras que educaban niñas y a los estableciemientos en que las recibían, su tarea más precisa era enseñar catecismo y buenos modales; pero las oredenanzas de 1601 llegaron también hasta ellas, decretando que se les prohibía la enseñanza de los varones por pequeños que fueran, ya que imaginaban amenazas a la virtud de los pequeños, quienes mencionaban que podían sufrir tentaciones contra la castidad ante la perturbadora presencia de sus comañeritas del sexo opuesto.
Todo esto marca una importante inquietud por la instrucción, pero a su vez una reacción conservadora que ignoraba el valor del conociemiento que impedía a las mujeres la aproximación a los estudios, aunque por el año de 1736 se iniciaron los vascos, agrupados en la Cofradia de Aránzazu, la larga pugna por establecer un colegio femenino libre de intromisiones del clero.
Estas apariciones de diversas formas de intrucción muetran el inicio de la educación en los primeros siglos de la colonia, escalando peldaños, aunque muchos fueron los desaciertos, irregularidades e injusticias hacia los más marginados, existío mucha inequidad para la educación de las mujeres; en cuanto a los mestizos, indios y negros se les nego paulativamente el derecho a una mejor educación y el ejercicio de la profesión.

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