martes, 30 de junio de 2009

LOS ORÍGENES DE LA REAL Y PONTIFICIA UNIVERSIDAD DE MÉXICO






Treita años después de la conquista de Tenochtitlán se erigía la primera universidad del continente americano en la capital de la Nueva España, aunque el traslape de una institución tan respetada como era esta no parecía necesaria ni urgente desde el punto de vista práctico. Al final de la época virreinal la universidad mexicana era un organismo con personalidad propia, con graves defectos, pero con importantes aciertos, por haber servido a las exigencias del gobierno y de gran parte de la sociedad y de haber sido fiel conservadora de tradiciones, conocimientos e ideas.
La influencia de la universidad en la vida colonial no podría medirse por el números de estudiantes, su proyección se realizo por medio de los eclesiásticos, que salidos de sus aulas, se dedicaban a sus ministerios. El prestigio intelectual siempre fua reconocido por la sociedad novohispana, siendo recompensado con honores y privilegios, pero cuando finalizo la época colonial se acumularon acusaciones contra de las escuelas, pero para entonces ya había cumplido su cometido como orientadoras de la sociedad y formadoras de los grupos dirigentes.
La universidad española del siglo XVI, como parte de la vida intelectual de la cristiandad, tenía una apegada tradición mediaval, pero al mismo tiempo recibía un nuevo aliento de vitalidad, inspiradas en las reformas del Renacimiento. Las scuelas catedralicias, apartir del siglo X, inicieron su actividad como centros de enseñanza, asimismo la iglesia alcanzó su momento de mayor infucencia en el campo diplomático. Los estudios generales, fuandados y alentados por los monarcas, se llamaron también escuelas reales y sirvieron como centros de formación de funcionarios.
La conseción de privilegios pontificios y reales a maestros y estudiantes, la organización de estos gremios y confradías, su instalación definitiva en algunas ciudades y cierta sitematización en los temas y materias de estudio contribuyeron a la progresiva institucionalización del saber. Ya en el siglo XIV comenzó a emplearse el término universidad para desiganar a las comunidades de maestros y alumnos. La falta de un programa definido limitó la dirección metodológica a la adopción del viejo equema de las artes liberales, todo el saber conocido debía agruparse en dos grandes ramas: el trivium (gramática, retórica y lógica y dialéctica) y el quadrivium (arimética, geometría, música y astronimía),no obstante la grámatica, es decir el latín, debía ocupar el primer escalón del aprendizaje.
La culminación de los estudios eran las facultades mayores, Teología, Derecho y más tarde Medicina, aunque le máximo galardón ra a ptención de un grado académico, de bachiller o maestro; a finales de la Edad Media se consideraba normal un periodo de ocho o diez años de estudio en la universidad. Este panorama de estudios: variado, desordenado, creativo y en trance de desarrollo, recibío influencias decisivas a lo largo del siglo XVI, siendo la universidad de Salamanca una de las más destacadas en la península ibérica; por su parte los monarcas españoles crearon su propia iniciativa de escuela llamandole reales.
En su organización interna y régimen administrativo las universidades hispanicas sigieron el modelo de la Bolonia, en el sistema de estudios se adoptó pronto el modus parisiensis, por su parte las constituciones que se conocieron y se aplicaron en las universidades americanas fueron las que en ese momento estavan vigentes en la salamantina. Si bien es cierto que hasta el siglo XV la educación universitaria se concebía como erudicción exclusiva de minorías, los esfuerzos por poner la cultura al alcance de la mayoría de fueron nuevos métodos de estudio modificaron los reglamentos de los colegios y universidades y contribuyeron a consolidar la tradición literaria-teológica-humanista.


Mientras la universidad medieval aspiraba a dirigir a los estudios en el camino de la verdad y no desdeñaba en conocimiento de nuevos temas o nuevos autores, la postridentica defendio el único saber verdadero que se concentraba en la fé católica y era inmutable y eterna. La universidad de México fue la unica que desde su origen se mantuvo al margen de intromisiones de los religiosos y guardó celosamente su autonimía. Por otra parte el esquema de población novohispana se complicó aceleradamente a lo largo del siglo XVI, asimismo una nueva sociedad requería nuevas instituciones y para lograr la adaptación de los individuos que la componían se pensó en proporcionarles la educción adecuada, siendo la primer forma de educación la evangelización.
Existía en esa época las llamadas cuatro ordenes regulares autorizadas en la Nueva España, siendo estos los franciscanos, predicadores, orden de San Agustín y de la Merced, la más estrechamente ligada con la vida universitaria era la de Santo Domingo. La universida era considerada como un elemento integrador capaz de lograr el ideal de la unión dentro del marco ideológico de la cristiandad. Por otro lado cuando el obispo fray Juan de Zumárraga gestionó la intruducciónde la imprenta, envió libros destinados a las bibliotecas del convento de San Francisco y de la catedral, y designó a un maestro de grámatica. Ya en 1539 recomendó que se iniciase la construcción de un edificio idóneo y designó al primer catedrático, que sería el arcediano Juan Negrete por ordenes de virrey.
Todavía regía en España y América el principio de apertura hacia el mundo indígena y por ello la universidad se abrió a españoles a naturales de la tierra. Por otra parte en la ciudad de Toro, el día 21 de septiembre de 1551, el príncipe regente firmó tres docuemntos complementarios: una real cédula dirigida a los oficiales de la Real Haciena para que hicieran efectiva la donación anual que se destinara al sostenimiento de los estudios; otra destinada al virrey don Luis de Vasco, ordenándole la erección formal de las escuelas: y una provisión por la que expone las razones que le han impulsado a aprobar la fundación.
Por otro lado, la organización social y económica de la Nueva España había cambiado notablemente en los años trascurridos entre 1525 y 1553 cuando se iniciaron las clases. El modelo de estudios solicitado era, sin duda, el medieval, universal por la amplitud y variedad de los estudios, no obstante los estudios habrían de someterse a los intereses del Estado. El 25 de enero de 1553 se celebró la solemne ceremonia de apertura a las escuelas reales, presidiendo el cortejo el virrey Luis de Velasco.
En definitiva, sin perder de vista el ideal humano criollo era diferente del que prevalecía en la península. El número de alumnos, su origen y procedencia y la utilidad final que sacarían de los estudios son aspectos cuantificables que pueden explicar la diversidad dentro de la homogeneidad de las universidades hispánicas.

LAS ESCUELAS DE PRIMERAS LETRAS



Este texto nos hace una introducción a las distintas etapas que fueron tomando las primeras escuelas en la época colonial, teniendo como partida al humanismo clásico renacentista que evoco las primeras novedades a la Nueva España, imponiendo un estilo medieval y prerreformista, ejemplos de esto son el colegio de Tlatelolco, el de San Nicolás de Pátzcuaro y la Real Universidad con su notable evolución. Por otro lado, en los restantes dos siglos de la vida colonial, no exístio en la Nueva España un sistema organizado de instrucción, persitió el individualismo y el desorden.
El primer paso que dio origen a la instrucción, fue la evangelización de los aborígenes, poco tiempo después, cuando quedo descuidada la educación indígena, se solicitaron instituciones que asegurasen a los criollos el acceso a los estudios superiores, quedando bajo la responsabilidad compartida de los profesores universitarios, los particulares y los claustros de las órdenes regulares. Ahora bien lo que se conoce hoy como instrucción primaria, se conocía generalmente como primeras letras, y sus maestros los eran del nobilisimo arte de leer y escribir; era habitual que los cursos impartidos en las instituciones religiosas se orientasen hacia la enseñanza del latín, por otra parte también hubo profesores de gramática, lectura y escritura.
La Real Universidad ofrecía cursos de latín para niños de corta edad, a la vez que las facultades superiores como Cánones o Teología y las facultades menores que constituían la carrera de Artes. Uno de los primeros centros destinados a la enseñanza fue el colegio de San Pablo, asimismo en una comunidad de San Sebastián Atlacualco hubo una pequeña escuela, en la que se enseñaba a los niños indios del barrio. Nada se menciona en los documentos sobre la enseñanza del castellano, pero cabe suponer que la lectura y la escritura se impartiesen ya en la lengua de los conquistadores. Por otro lado dos conventos agustinos abrieron sendos colegios para jóvenes criollos: el de San José de Gracia, en Guadalajara y el de San Luis Potosí. Más tarde se creo otro colegio, este destinado a la formación de saserdotes llamado San Nicolás en la ciudad de Pátzcuaro.
En 1543 el monarca Carlos I dio por sentado que los estudios serían similares para unos y otros: “donde los hijos de los españoles,legítimos y mestizos, como algunos indios por ser lenguas y por que puedan mejorar aprovechar con ellos, deprendan gramática y, juntamente con ella, los indios hablen nuestra lengua castellana”. En este caso y por razones prácticas, la enseñanza de las primeras letras se combinaba con los estudios superiores propios del estado eclesiástico.
Las órdenes mendicales por su parte, establecieron escuelas en algunos de sus conventos, en ciudades pequeñas donde no había maestros particulares. Caso distinto fue Guadalajara y Puebla que tuvieron sendos colegios de infantes, para los acólitos empleados en el servicio de la catedral, cabe destacar que el de Guadalajara exigía la presentación de certificados de legitimidad y limpieza de sangre, siendo los sacristanes maestros de lectura, escritura y canto.
Con el fin de reforzar la disciplina, según el reglamento planeado por Palafox, se sometió a lo pequeños al régimen de internado, siendo la fundación de colegio de infantes de la catedral de México mucho más tarde, iniciando en el año de 1726 con el nombre de colegio de la Asunción, por su lado algunas parroquias de la capital sostuvieron temporalmente escuelas gratuitas, en las que la enseñanza del catecismo se complementaba con la lectura y escritura, siendo la escuela de los bethlemitas la que funciono con ese carácter por largo tiempo. Aparte de las oportunidades de instrucción bastante reducidas, quedaba al alcanse de bastantes familias la opción de llevar a sus hijos a las escuelas privadas, menos las comunidades indígenas, recibiendo así en las ciudades españolas a niños varones de 3 a 7 años y niñas entre los 3 y los 12.
Una vez establecidas las primeras familias españolas en la Nueva España surgió la necesidad de dar educación a sus vástagos, esta necesidad se fue cubriendo con los nuevos inmigrantes, entre los que llegaron clérigos seculares, bachilleres sin ocupación determinada y maetros de primeras letras, más o menos capacitados.Para quienes habían ejercido el magisterio en Castilla, eran bien conocidas las ordenanzas y privilegios que reglamentaban su trabajo, por estas razones para muchos fué fácil inprovisar una profesión, por estas causas tuvieron que intervenir los cabildos para evitar abusos y proteger a los alumnos, es así como en 1557 el ayuntamiento de México fue organismo encargado de cobrar las fianzas y expedir las oportunas licencias.
Pero la distuntiva aumentaba, ya que cada vez más acrecentaba el número de escuelas y menudeaban los conflictos por incumplimiento de contratos, en consecuencia, las ordenanzas establecieron que los aspirantes a maestros tendrian que pasar un examen ante el tribunal designado para tal fin por el Real Consejo de Castilla, además de acreditar el limpio linaje antes de obtener su licencia, además los ayuntamientod debían asignar veedores, que realizaran periódicamente visitas de inspección. Tiempo después decretaron la ordenanza donde los mulatos, mestizos e indios no debían tener derecho ni siquiera a presentar examen.
Existía por otra parte las llamadas migas o amigas, que se les designaba indistintamente a las señoras que educaban niñas y a los estableciemientos en que las recibían, su tarea más precisa era enseñar catecismo y buenos modales; pero las oredenanzas de 1601 llegaron también hasta ellas, decretando que se les prohibía la enseñanza de los varones por pequeños que fueran, ya que imaginaban amenazas a la virtud de los pequeños, quienes mencionaban que podían sufrir tentaciones contra la castidad ante la perturbadora presencia de sus comañeritas del sexo opuesto.
Todo esto marca una importante inquietud por la instrucción, pero a su vez una reacción conservadora que ignoraba el valor del conociemiento que impedía a las mujeres la aproximación a los estudios, aunque por el año de 1736 se iniciaron los vascos, agrupados en la Cofradia de Aránzazu, la larga pugna por establecer un colegio femenino libre de intromisiones del clero.
Estas apariciones de diversas formas de intrucción muetran el inicio de la educación en los primeros siglos de la colonia, escalando peldaños, aunque muchos fueron los desaciertos, irregularidades e injusticias hacia los más marginados, existío mucha inequidad para la educación de las mujeres; en cuanto a los mestizos, indios y negros se les nego paulativamente el derecho a una mejor educación y el ejercicio de la profesión.

domingo, 28 de junio de 2009



Educación colonial


El primer objetivo de la educación colonial fue evangelizar a los indígenas, convirtiéndolos al cristianismo. Los encargados de este primer tipo de educación fueron las órdenes regulares como franciscanos, dominicos y jesuitas. Principales evangelizadores: Fray Juan Díaz y Fray Bartolomé

En el año de 1523 Fray Pedro de Gante fundo en Texcoco la primera esuela franciscana. A las niñas las preparaban para el matrimonio.


Al pasar el tiempo y al aumentar las necesidades se empezó con una nueva escuela las primeras letras que en nuestro tiempo seria lo equivalente a la primaria o educación elemental. Los maestros estaban obligados a enseñar lectura y escritura y debían someterse a las correspondientes ordenanzas.


En esta época existía una especia de maestras o amigas que no necesitaban acreditar conocimientos especiales, recibían su licencia, previa solicitud al ayuntamiento solían recibir a niñas de los 3 a los 12 años. En cierto modo cubrían la función que hoy realizan los jardines de niños. Para las niñas era casi la única forma de recibir alguna instrucción. Su principal virtud consistía en retener fuera del hogar por unas cuantas horas a niños de ambos sexos, hasta que en 1601 se les prohibió la enseñanza a varones. La expedición de licencias para las amigas se convertía en obra benéfica y las maestras solían conformarse con los pocos párvulos de la vecindad.


Durante esta época fueron muy numerosos los que improvisaron como maestros ya que la tomaban como una profesión para la que parecía suficiente el regular conocimiento de la lectura y escritura. Fueron muy pocos los maestros que acudieron al ayuntamiento para refrendar su titulo y obtener licencia que les permitiera abrir escuela publica, muchos en cambio fueron los que cobraron anticipos por sus lecciones y se ausentaron sin cumplir compromiso. A partir de 1557 el ayuntamiento de mexico fue el encargado de cobrar las finanzas y expedir licencias. Las ordenanzas establecían que los aspirantes a maestros tendrian que pasar un examen ante el tribunal designado para tal fin por el real consejo de castilla.


Maestros clérigos y laicos competían también por las escuelas ubicadas en los lugares mas céntricos o poblados; y como tampoco se cumplía lo dispuesto en relación con las distancias, surgían disputas entre los antiguos preceptores y los recientemente establecidos.

Los mulatos, mestizos e indios no debían tener derecho ni siquiera a presentar examen, ya que previo a este debía investigarse el origen étnico.


IGNACIO LOYOLA

 

Los jesuitas llegaron a México cuando los reclamaron unánimemente clerigos, laicos, encomenderos, hacendados, autoridades civiles y religiosas. La compañía de Jesús no fue una creación tan original que no llevara atrás un tradición basada en el pensamiento medieval católico.

El fundador fue Ignacio Loyola  en 1521.  La preparación de los jesuitas se convirtió en un largo proceso para el que se puso a funcionar un sistema apropiado. Su ideal de un hombre educado es aquel capaz de aplicar sus conocimientos a la vida.

Otra característica de los colegios jesuitas  fue su especial dedicación a la enseñanza de tipo medio o preuniversitario, por que las escuelas de primeras letras se consideraron siempre una pesada carga  que procuraron eludir para  dedicar sus esfuerzos a tareas más útiles y provechosas.

El fin remoto de la educación impartida por los jesuitas era la formación de perfectos cristianos por medio de Ratio et oratio, pensar y hablar bien. En consecuencia su interés era enseñar a los jóvenes aquellas cosas que les ayudarían en el camino de la salvación. Se pretendía que la historia fuese en verdad maestra de la vida y que ayudase a adquirir la prudencia civil necesaria para la justa convivencia en sociedad.

Los jesuitas ordenaron a sus estudiantes en grados el orden establecido obligaba a los jóvenes a permanecer en el colegio alrededor de siete años, previos al ingreso en facultades mayores. La enseñanza de cualquier asignatura no era importante sino como medio de ejercitar la inteligencia. Importaba la formación del estudiante, no la cantidad de información que lograse asimilar

1579, la educación Jesuita inicio con la enseñanza de letras, gramática, filosofía.

Las enseñanzas se transmitían por medio del canto, dibujo y representaciones: enseñaron oficios artesanales e industriales.

Los monarcas de Portugal y de Francia también tuvieron conflictos con la Compañía de Jesús, que resolvieron expulsando a los religiosos y confiscando sus bienes. Carlos III optó por la misma vía y, el 27 de febrero de 1767, firmó la orden de expulsión de los jesuitas de todos los dominios de España y la confiscación de sus propiedades. En México y en otras ciudades de la Nueva España la orden se cumplió entre el 25 y el 28 de junio del mismo año, pero en las provincias remotas se realizó más tarde, a mediados de julio en el noroeste: 52 misioneros fueron concentrados en Guaymas y 10 meses más tarde deportados por mar a San Blas, salieron por Veracruz hacia el destierro en diversos países europeos.


La enseñanza en la época colonial


En la época colonial, teniendo como partida al humanismo clásico renacentista que evocó las primeras novedades a la Nueva España, imponiendo un estilo medieval y prerreformista

Por otro lado, en los restantes dos siglos de la vida colonial, no existió en la Nueva España un sistema organizado de instrucción, persistió el individualismo y el desorden.

El primer paso que dio origen a la instrucción en la época colonial, fue la evangelización de los aborígenes.

Poco tiempo después, cuando quedo descuidada la educación indígena, se solicitaron instituciones que asegurasen a los criollos el acceso a los estudios superiores, quedando bajo la responsabilidad compartida de los profesores universitarios, los particulares y los claustros de las órdenes regulares.

Aunque el fin de la evangelización del indígena de la Nueva España  era que se les instruyera a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todas las cosas  se que mandaba.

Un aspecto importante que se dio en los principios de la colonización, fue enseñar las artes y oficios a los misioneros logrando así que los indios dispusieran de una fuente de ingreso para su vida material dentro del sistema económico a la europea, aunque la más grande dicha era, que se les había rescatado a los vencidos de su desesperación mortífera y haberlos animado a vivir la nueva vida. Ya que recurrir a una fuerza que los animara y los completara a vivir hará viable su subsistencia (Alexis de Tocqueville).

Para consolidar y perpetuar el futuro de la conversión de los indios, era imprescindible cristianizar a su familia, ya que era considerada como la última célula de la sociedad humana, contando con una gran colaboración de la mujer, sin cuya formación todo esfuerzo quedaría inseguro.

A las educandas se les enseñaba en la doctrina cristiana, teniendo por maestras ayudantes a señoras viejas que sabían oraciones de coro y maneras de rezar; todas ellas seguían esa instrucción en los patios de las iglesias, hasta que llegaba el momento en que se casaban.

Sin embargo ya en 1529 la educación femenina entraba en una fase más avanzada, contando con una casa de recogimiento y doctrina para niñas y mujeres mayores, descrita por Zumárraga el 27 de agosto de dicho año.

Ahora bien lo que se conoce hoy como instrucción primaria, se conocía generalmente como primeras letras, y sus maestros los eran del nobilisimo arte de leer y escribir; era habitual que los cursos impartidos en las instituciones religiosas se orientasen hacia la enseñanza del latín, por otra parte también hubo profesores de gramática, lectura y escritura.

Por su parte La Real Universidad ofrecía cursos de latín para niños de corta edad, a la vez que las facultades superiores como Cánones o Teología y las facultades menores que constituían la carrera de Artes.

Nada se menciona en los documentos sobre la enseñanza del castellano, pero cabe suponer que la lectura y la escritura se impartiesen ya en la lengua de los conquistadores. Por otro lado dos conventos agustinos abrieron sendos colegios para jóvenes criollos.

En 1543 el monarca Carlos I dio por sentado que los estudios serían similares para unos y otros: “donde los hijos de los españoles, legítimos y mestizos, como algunos indios por ser lenguas y por que puedan mejorar aprovechar con ellos, deprendan gramática y, juntamente con ella, los indios hablen nuestra lengua castellana”. En este caso y por razones prácticas, la enseñanza de las primeras letras se combinaba con los estudios superiores propios del estado eclesiástico.

Una vez establecidas las primeras familias españolas en la Nueva España surgió la necesidad de dar educación a sus vástagos, esta necesidad se fue cubriendo con los nuevos inmigrantes, entre los que llegaron clérigos seculares, bachilleres sin ocupación determinada y maestros de primeras letras, más o menos capacitados.

Para quienes habían ejercido el magisterio en Castilla, eran bien conocidas las ordenanzas y privilegios que reglamentaban su trabajo, por estas razones para muchos fue fácil improvisar una profesión, por estas causas tuvieron que intervenir los cabildos para evitar abusos y proteger a los alumnos, es así como en 1557 el ayuntamiento de México fue organismo encargado de cobrar las fianzas y expedir las oportunas licencias.

Existía por otra parte las llamadas migas o amigas, que se les designaba indistintamente a las señoras que educaban niñas y a los establecimientos en que las recibían, su tarea más precisa era enseñar catecismo y buenos modales; pero las ordenanzas de 1601 llegaron también hasta ellas, decretando que se les prohibía la enseñanza de los varones por pequeños que fueran, ya que imaginaban amenazas a la virtud de los pequeños, quienes mencionaban que podían sufrir tentaciones contra la castidad ante la perturbadora presencia de sus compañeritas del sexo opuesto.

Todo esto marca una importante inquietud por la instrucción, pero a su vez una reacción conservadora que ignoraba el valor del conocimiento que impedía a las mujeres la aproximación a los estudios.

Estas apariciones de diversas formas de instrucción muestran el inicio de la educación en los primeros siglos de la colonia, escalando peldaños, aunque muchos fueron los desaciertos, irregularidades e injusticias hacia los más marginados.

Existió mucha inequidad para la educación de las mujeres; en cuanto a los mestizos, indios y negros se les negó paulatinamente el derecho a una mejor educación y el ejercicio de la profesión.

Treinta años después de la conquista de Tenochtitlán se erigía la primera universidad del continente americano en la capital de la Nueva España, aunque el traslape de una institución tan respetada como era esta no parecía necesaria ni urgente desde el punto de vista práctico.

Al final de la época virreinal la universidad mexicana era un organismo con personalidad propia y fiel conservadora de tradiciones, conocimientos e ideas.

La influencia de la universidad en la vida colonial no podría medirse por el número de estudiantes, su proyección se realizo por medio de los eclesiásticos, que salidos de sus aulas, se dedicaban a sus ministerios. Aunque el prestigio intelectual siempre fue reconocido por la sociedad novohispana.

La universidad española del siglo XVI, como parte de la vida intelectual de la cristiandad, tenía una apegada tradición medieval, pero al mismo tiempo recibía un nuevo aliento de vitalidad, inspiradas en las reformas del Renacimiento.

La concesión de privilegios pontificios y reales a maestros y estudiantes, la organización de estos gremios y cofradías, su instalación definitiva en algunas ciudades y cierta sistematización en los temas y materias de estudio contribuyeron a la progresiva institucionalización del saber.

La falta de un programa definido limitó la dirección metodológica a la adopción del viejo esquema de las artes liberales, todo el saber conocido debía agruparse  en dos grandes ramas: el Trivium  (gramática, retórica y lógica y dialéctica) y el Quadrivium (aritmética, geometría, música y astronomía), no obstante la gramática, es decir el latín, debía ocupar el primer escalón del aprendizaje.

La culminación de los estudios eran las facultades mayores, Teología, Derecho y más tarde Medicina, aunque le máximo galardón era la atención de un grado académico, de bachiller o maestro; a finales de la Edad Media se consideraba normal un periodo de ocho o diez años de estudio en la universidad.

Si bien es cierto que hasta el siglo XV  la educación universitaria se concebía como erudición exclusiva de minorías, los esfuerzos por poner la cultura al alcance de la mayoría de fueron nuevos métodos de estudio modificaron los reglamentos de los colegios y universidades y contribuyeron a consolidar la tradición literaria-teológica-humanista.

Mientras la universidad medieval aspiraba a dirigir a los estudios en el camino de la verdad y no desdeñaba en conocimiento de nuevos temas o nuevos autores, la postridentica defendió el único saber verdadero que se concentraba en la fe católica y era inmutable y eterna.

La universidad era considerada como un elemento integrador capaz de lograr el ideal de la unión dentro del marco ideológico de la cristiandad. Por otro lado cuando el obispo fray Juan de Zumárraga gestionó la introducción de la imprenta, envió libros destinados a las bibliotecas del convento de San Francisco y de la catedral, y designó a un maestro de gramática.

En definitiva, sin perder de vista el ideal humano criollo era diferente del que prevalecía en la península. El número de alumnos, su origen y procedencia y la utilidad final que sacarían de los estudios son aspectos cuantificables que pueden explicar la diversidad dentro de la homogeneidad de las universidades hispánicas.

martes, 23 de junio de 2009